Bienvenidos a NO TOMO LECHE.

Estas y otras preguntas hallarán respuesta en este espacio. También habrá propuestas de reemplazo para este "alimento" nocivo.

Todo el contenido de este blog se obtiene del libro La nutrición inteligente (2010) de Sacha Barrio Healey.

sábado, 28 de julio de 2012

Una dieta para impulsar la evolución espiritual del hombre


Muchas personas buscan una dieta que sirva de base para avanzar más rápidamente en su deporte, su profesión o su camino espiritual. No basta estar libre de enfermedades y dolores: el hombre también desea explora nuevos territorios de la conciencia. Y un noble objetivo final es la liber­tad, la liberación de todas las trabas físicas, emocionales y espirituales.

Existen personas de sobresaliente inteligencia y agudeza mental que comen cremas dulces, carnes en exceso, leche, alcohol y, quizá, fumen tabaco. Verlas puede hacernos menospreciar el efecto de nuestra alimentación. Pero lo importante es comprender que, si bien esta alimentación permite que las facultades cerebrales operen con relativa conformidad, existirá un tope limitante, y estos comensales inteligentes no podrán prosperar en otros niveles, ni escalar hacia otros territorios. La conciencia quedará limitada.

Se presume que el cuerpo es una máquina que necesita combustible, y que nuestra alimentación no ejerce influencia alguna sobre la evolución de nuestra alma y nuestra felicidad espiritual. Sin embargo, debido a que todo es energía, la comida es una poderosa manera de modificar la energía de nuestro cuerpo.

Existe un gran universo de personas que no padecen enfermedad, otras enfermas, algunas obesas y otras que no necesitan adelgazar. Personas que, aunque no presentan problemas a nivel físico, buscan liberarse de trabas psicosomáticas y crear el espacio necesario para crecer espiritualmente. Ellas pueden considerar, entonces, recurrir a una dieta pitagoreana, según su constitución y necesidades.

lunes, 16 de julio de 2012

El azufre

El azufre

Los gases responsables del mal olor de los gases intestinales son, en su mayoría, gases sulfurosos. Los principales son ácido sulfhídrico, dimetilsulfuro y metilmercaptano. El olor fétido proviene principalmente del primero. Estos malos olores se pueden contrarrestar con el acetato de zinc y con el carbón vegetal activado. Este último es el más seguro: tiene una tasa de efectividad del 90 por ciento.

Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim es el dilatado nombre de un alquimista suizo, más conocido como Paracelso, que quiere decir ‘más grande que Celso’. Más allá de su soberbio nombre, su grandeza nunca fue discutida. Entre sus le­gados iconoclastas, tenemos la postulación de la existencia de tres elementos: el azufre, el mercurio y la sal. Fue un refinamiento de la teoría aristotélica de los tres elementos básicos: el azufre, que re­presenta al alma masculina; el mercurio, que representa al espíritu femenino; y la sal, al cuerpo. En cada decocción herbolaria, Paracelso procuró lograr el equilibrio de estos tres principios. Para él, el mercurio representaba la densidad, la fluidez; el azufre representaba lo inflamable y gaseoso; y la sal eran las cenizas remanentes después del proceso de combustión.

Se dice que todo lo que el ignorante sataniza el hombre sabio puede admirar, encontrando en ello una distinguida medicina sagra­da. Esto ocurre con el azufre. El azufre es uno de los minerales más interesantes, tan misterioso, subterráneo y oculto como el infierno mismo. El diablo tiene la reputación de oler a azufre. Hay que resaltar que el azufre se encuentra entre los minerales más carentes en la dieta humana. Poco más del 83 por ciento de la población no consume suficiente azufre. Junto con el magnesio, encabezan la lista de los mi­nerales más deficientes.

Es curioso que, desde tiempos de Paracelso, el azufre haya sido utilizado para tratar problemas del intestino grueso. Se dice que Paracelso propagó su fama de médico debido a sus curas milagrosas con el azufre, lo cual no evitó por ello que fuera perseguido, difamado y excomulgado.

El azufre siempre se ha utilizado para tratar infecciones de la piel y para el herpes. También se rocía sobre las uvas para combatir plagas. Y en los Andes se le da de comer azufre al ganado para equilibrar las bacterias ruminales.

En la antigua medicina china y el ayurveda se usó también al azufre para combatir la impotencia sexual. Ninguna de estas culturas estigma­tizó al azufre como un mineral tóxico o propio de los infiernos.

En el intestino grueso habitan aproximadamente dos kilos de bacte­rias como parte de nuestra flora intestinal: un kilo está formado por flora bacteriana benéfica, pero él otro está constituido por bacterias tóxicas, que continuamente envenenan nuestra sangre. Debemos recordar que más de un tercio del peso de nuestras heces son bacterias. En los intesti­nos se libra una continua guerra bacteriológica, entre buenas y malas bacterias.

El doctor Karl Probst, un reconocido médico alemán, teólogo benedictino y disciplinado crudívoro, autor de numerosos libros sobre medicina natural, nos dice que el azufre es el mineral por excelencia que regula y equilibra las poblaciones intestinales en el colon. El doctor Probst emplea azufre inorgánico con todos sus pacientes, hasta corregir el equilibrio de la flora intestinal.

Podemos cambiar la distribución de las poblaciones de bacterias in­testinales con el consumo de comidas probióticas. Actualmente, en las farmacias se venden diversos productos para restituir la flora bacteria­na, pero también hay métodos caseros como la kombucha, el yogur de coco, el yogur de col (sin leche), la chicha de jora, el kéfir, el chucrut y el tócosh.

El azufre orgánico

Durante años la ciencia supuso que la sangre era un medio aséptico. Hoy sabemos que esto está muy lejos de ser cierto, pues en nuestra sangre habita un sinnúmero de especies microscópicas, levaduras, nanobacterias, virus, bacterias y organismos multicelulares. Conforme avanza nuestra edad, estas especies microscópicas incrementan con­siderablemente su población. Al llegar a los setenta años, el hombre puede tener grandes poblaciones de nanobacterias hormigueando en su sangre.

Se sabe que el consumo de azúcar es una de las principales maneras de encender el botón de la autodescomposición, es decir que, incluso estando vivos, deambulamos con nuestro cuerpo lleno de organismos minúsculos que nos van descomponiendo. Algunos de estos huéspedes internos son las mencionadas nanobacterias.

Las nanobacterias son diminutas bacterias intracelulares, normal­mente visibles solo con microscopio electrónico. Estas bacterias incrementan con la edad notoriamente cuando se consume una dieta llena de carbohidratos y azúcares. Son responsables del proceso de calcifica­ciones morbosas, anquilosamiento y esclerosis, producto de la vejez. Surgen malestares como el tinitus o acúfenos, que es la calcificación de las arterias del oído interno, lo cual produce hipertensión arterial loca­lizada y estimula el nervio auditivo. También aparece la arterioesclerosis y las calcificaciones del hígado y el riñón.

Existe evidencia de que dentro de un cálculo renal hay una gran co­lonia de nanobacterias y estas protobacterias forman una coraza dura de fosfato de calcio. Se sabe que estas bacterias están presentes en el 97 por ciento de los cálculos renales y también en las placas minerales, llamadas placas de Randall, de calcificaciones en los túbulos renales. Además, se sabe que el crecimiento de los cálculos también está influenciado por factores dietéticos, volumen de orina y concentración de inhibidores de cálculos, como el magnesio y el citrato (presente en el limón), glicoproteínas y pirofosfatos.

Actualmente, se sabe que el azufre orgánico es capaz de detener y de desintegrar las calcificaciones formadas por estas nanobacterias. El ciclo de azufre empieza en el fondo del mar con el fitoplancton. Este libera compuestos de azufre, que se evaporan hacia la capa de ozono, donde los rayos ultravioleta los convierten en metilsulfonilmetano (MSM) y en su precursor, el dimetil sulfóxido (DMSO). Tanto el MSM como el DMSO vuelven a la tierra en forma de lluvia.

El azufre representa el 0,25 por ciento del peso total de cuerpo, y el suplemento MSM se obtiene de la lignina de los árboles de pino. Entre las funciones del MSM tenemos la de mantener la estructura de las proteínas en el cuerpo, ayudar a la formación de la queratina —que es esencial para el crecimiento de las uñas y el cabello— y apoyar la producción de inmunoglobulinas necesarias para la inmunidad.

El MSM es un suplemento de azufre orgánico para el cuerpo, ayuda al tejido conectivo y beneficia a tejidos como los ligamentos, tendones y músculos. Es un suplemento muy importante en la artritis, en casos de dolores musculares, bursitis y, sobre todo, en cualquier tipo de calcificación de los órganos internos o de la osamenta.

El azufre juega un rol importante en otros sistemas. La taurina, por ejemplo, es un aminoácido hecho de metionina que contiene azufre. La taurina le da estabilidad a las membranas celulares y es una de las propiedades más importantes del azufre: optimiza la permeabilidad de las membranas, permite que entren los nutrientes y facilita la salida de desechos metabólicos. La carnitina también proviene de la metionina, transporta grasas de cadena larga y ayuda a prevenir la acumulación de grasa en el cuerpo. La insulina es una hormona que contiene azufre en su configuración molecular. Los diabéticos se benefician del azufre, primero porque corrige la permeabilidad de la membrana y, segundo, porque es un mineral muy importante para el páncreas.

La arcilla y los intestinos

La arcilla, junto con el carbón vegetal, constituye uno de los métodos más efectivos para hacer limpieza del tracto digestivo. Muchas medi­cinas modernas deben su existencia a la arcilla, como el kaolín, usado por la industria farmacéutica para producir el Kaopectate, que alivia la diarrea y el dolor abdominal. Uno de los mejores remedios para limpiar y regular los intestinos es la arcilla medicinal, específicamente la arcilla de hidralgirita, llamada también arcilla de Chaco (ver el capítulo 12).