Llamamos constitucional a esta dieta porque la
adecuamos individualmente, según la constitución física de cada individuo.
La
dieta macrobiótica se preocupa por determinar el predominio del yin o del yang en cada individuo. La homeopatía, por su lado,
se encarga de evaluar las constituciones por medio de los miasmas. Más precisa
y con una larga historia es la medicina ayurvédica, un sistema de medicina
india. En ella se tienen en cuenta las tres doshas (que vendrían a ser tres biotipos o
constituciones distintas) llamadas vata, pitta y kapha. Estas dan el prakriti o la constitución básica de
la persona. El primero, vata, es
seco y frío; el segundo, pitta,
grasoso caliente; y el tercero, kapha, húmedo y flemático.
La
medicina constitucional no se ocupa solo de las enfermedades transitorias que
visitan a un ser humano. Se dirige, más bien, prioritariamente, a la raíz del
problema: observa al paciente en su integridad, tanto su temperamento como su
constitución física. Tanto la mente como el cuerpo y el espíritu.
A
veces, sin saber, nuestra dieta es un estímulo para la enfermedad. ¿De qué nos
sirve consumir hierbas pungentes para resolver el catarro, si consumimos
pasteles, cremas, leche y quesos? Se recetan antibióticos para los bronquios,
mientras que se consume una dieta altamente mucogénica. En estos casos, tal es
la acumulación de flemas en el cuerpo que la única forma de higienizar a
profundidad sería con la «bendición» de una infección bacterial. Si no
cambiamos la dieta llena de azúcares y lácteos, la enfermedad,
irremediablemente, tarde o temprano, regresará. Las bacterias no llegan
arbitrariamente: como las moscas, husmean el alimento descompuesto y solo se
reproducen en grandes cantidades cuando hay un banquete. Las bacterias se
nutren de nuestros desperdicios.
Un
error muy común en la nutrición moderna consiste en analizar la naturaleza
química del alimento, su índice glicémico, sus calorías, vitaminas y minerales.
Así, logramos tener una gran información sobre el alimento, pero seguimos
ignorando la constitución física del sujeto que lo va a consumir. Un alimento
puede ser excelente para cierto tipo de persona, pero perjudicial para otro. Es
indispensable un encaje
entre la dieta y el paciente (dietante). Es decir, se requiere compatibilizar
la bioquímica del hombre con la del alimento.
La
filosofía de la nutrición moderna es positivista: se sirve de la ciencia química para el estudio del alimento y de las ciencias médicas para el estudio
de la fisiología humana. Con estas herramientas establece correspondencias
«científicas» entre el alimento y la enfermedad. Sin embargo, excluye vastas
leyes del universo por ser consideradas subjetivas. La dieta ictiovegana
constitucional incorpora elementos filosóficos —como la filosofía de los
sabores—, elementos psicológicos —como el temperamento del paciente— y también
tradiciones espirituales milenarias. Pero, sobre todo, incorpora el sentido
común y el arte de la observación.
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