El trigo es la fuente de combustible principal de la humanidad. Sin embargo, el problema es que tiene un protagonismo excesivo en nuestra dieta. Nos acompaña desayuno, almuerzo y cena.
El trigo es un grano que no es preferible incluir en la dieta todos los días, al menos no con la frecuencia que le damos. Un grano como el trigo acrecienta la flema, porque su proteína, llamada gluten, como su nombre lo indica, aglutina las células. El trigo contiene fitohemaglutinina, que es una lectina que hace que las células se interadhieran. Más sensato sería consumir un grano seco como la quinua, que no produce flemas, o, en su defecto, reservar un cereal distinto para cada día de la semana. Es recomendable seleccionar un grupo de granos que encaje correctamente dentro de nuestra constitución, ya que el grano que consumimos debe ofrecer propiedades terapéuticas sobre el entorno interno del paciente.
Por ejemplo, si el sujeto es de constitución mucogénica, congestionada, tiene tendencia al sobrepeso, sus movimientos son aletargados, hay gravidez en su temperamento y el pulso es viscoso como una mermelada, un grano como el trigo acrecentará la flema y la humedad. En este caso, mejor será recomendar un grano seco como la quinua, que no produce flemas. En otros casos, podemos equilibrar los días de la semana: arroz el lunes, cebada el martes, quinua el miércoles, centeno el jueves, maíz el viernes, centeno el sábado y trigo el domingo.
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