La dieta ictiovegana le da
importancia a la agricultura orgánica. No solo protege el medio ambiente y nos
libera de agropesticidas tóxicos, sino que adicionalmente nos aporta, en
promedio, entre 50 a 125 por ciento mayor contenido de nutrientes. Quizá
tengamos que pagar unos centavos más por la lechuga orgánica, pero esta
nutricionalmente equivale a dos lechugas de agricultura intensiva.
El
sentido común y las leyes de intercorrespondencia nos dicen que aquello que es
perjudicial para el medio ambiente también lo es para nuestro cuerpo. Habiendo
ya expuesto los efectos deletéreos de la leche en el libro La gran revolución de las grasas,
observamos que su consumo es un despilfarro de nuestros recursos, y la
dependencia de la proteína de leche resulta ineficiente comparada con la
proteína vegetal. La proteína de la leche requiere diez veces más agua, más
área de cultivo, que una cantidad similar de proteína vegetal que además exhibe
un superior
mérito nutricional.
Debido
a la delicada salud planetaria de nuestros tiempos, debemos abastecernos de una
fuente de combustible sostenible y amigable con el planeta.
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