Bienvenidos a NO TOMO LECHE.

Estas y otras preguntas hallarán respuesta en este espacio. También habrá propuestas de reemplazo para este "alimento" nocivo.

Todo el contenido de este blog se obtiene del libro La nutrición inteligente (2010) de Sacha Barrio Healey.

domingo, 13 de mayo de 2012

ALIMENTOS ORGÁNICOS

Sobre la importancia de un suelo sano para una vida sana

La calidad de la capa de suelo arable que cubre nuestro planeta es un factor determinante del poder y la vitalidad que vaya a tener nuestra alimentación. Así, un suelo humedecido de agroquímicos es un suelo estéril, y depende para su «fertilidad» de fertilizantes arti­ficiales. Sanar el planeta de alguna manera es el equivalente a curar este manto de tierra.

En estos tiempos, nuestro suelo ha sufrido graves daños: ya son varios años de acumulaciones de pesticidas, fungicidas y fertilizantes. Por estudios de análisis químicos, sabemos que el mejor contenido nutricional lo tienen las especies comestibles silvestres, le siguen los cultivos orgánicos y, en último lugar, está la agricultura intensiva. Como ejemplo, tenemos que una libra de ginseng silvestre tiene un precio de trescientos dólares, mientras que una especie cultivada ape­nas llega a los doce dólares por libra. La comida silvestre es, sin duda, una fuente de abundantes nutrientes, y estos nutrientes permitieron la evolución del hombre durante los miles de años en que fue cazador y recolector.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) publica anualmente un informe con el contenido promedio de nutrientes de los principales cultivos. Lo que se ha observado es que hay un progresivo declive nutricional en nuestros princi­pales cultivos. Por ejemplo, en 1940 el trigo presentaba un contenido proteico del 19 por ciento, mientras que hoy el trigo promedia un 12 por ciento. Es decir, el pan nuestro de cada día ha perdido un 31,57 por ciento de proteínas, además de otros nutrientes esenciales. Así, en todos los granos, frutas y verduras de agricultura intensiva vemos una progresiva caída de valor nutricional.

Varias generaciones de verduras expuestas a pesticidas, hormonas foliares, fungicidas, semillas transgénicas y fertilizantes han procreado a especies endebles, cada vez menos resistentes a plagas y progresi­vamente más empobrecidas de nutrientes. Además, sabemos que los alimentos son procesados, cocinados y enlatados, y en ellos se agudiza más aún la pérdida de valor nutricional.

Hay investigaciones que nos demuestran que existe una correspon­dencia entre el declive de nutrientes de los alimentos y la introducción de los insumos de la revolución verde, los fertilizantes químicos, la ma­nipulación genética y los pesticidas. Todas estas prácticas han debilitado el suelo, menoscabando su fertilidad. Un suelo de agricultura intensiva es un suelo biológicamente muerto, donde ya no habitan microorga­nismos benéficos. Un suelo silvestre u orgánico es un suelo donde coexisten millares de microorganismos, bacterias, lombrices, mariquitas, hormigas y chanchitos. Este suelo tiene la capacidad de descomponer materia orgánica, para producir el humus, que es, a su vez, una fuente de nutrientes para la cosecha. Por lo tanto, en un suelo degradado por el abuso de sustancias químicas la capacidad nutritiva de las plantas también va a verse degradada: tendremos plantas lánguidas, desabridas y sin fuerza vital.

En Argentina, el cultivo de soya transgénica ya está mostrando en pocos años una cadena de inimaginables problemas. Se ha creado una soya transgénica que genéticamente es más resistente a herbicidas, específicamente el Round Up, cuyo ingrediente activo es el glifosato. Esto le permite al agricultor hacer mayor uso del herbicida sin afectar a la planta, y también se beneficia la industria que a la par produce el herbicida y la semilla transgénica. Después de un prolongado uso de químicos, como resultado obtenemos una tierra estéril, pues ya no habitan las bacterias del suelo que descomponen la materia orgánica. Estas bacterias también inhiben la proliferación excesiva de hongos, por lo que ahora las raíces de la soya se están pudriendo por infeccio­nes micóticas.

De la misma manera, un hombre que abusa de antibióticos lle­va a su cuerpo a perder su flora intestinal, y entonces prosperan los hongos intestinales, como la candidiasis intestinal. La cándida habita normalmente en el intestino, pero cuando su crecimiento no está frenado por las bacterias intestinales, la cándida crece a sus formas maduras y adultas, y así secreta el ácido tartárico, que es una sustancia neurotóxica.

La mayoría de pesticidas contiene sustancias activas que actúan sobre el sistema nervioso de los insectos, es decir, sustancias neurotóxicas. El problema es que estas sustancias también son neurotóxicos para los mamíferos mayores, si bien no a dosis que resulten mortales, pero, tras un prolongado consumo, terminan deteriorando su sistema nervioso. Por ejemplo, la hiperactividad infantil se debe, entre otras cosas, al impacto de estas sustancias: comida chatarra, grasas trans y excesiva televisión. En zonas rurales donde la gente no consume estos ingredientes, hasta ahora no se ha reportado un solo caso de hiperactividad infantil. Diversas investiga­ciones han mostrado que niños puestos en una dieta de alimentos orgánicos presentan un promedio de curación de la hiperactividad del 50 por ciento, sin hacer nada más. Otras condiciones en las que tenemos diferentes grados de neurotoxicidad son el déficit de atención, la mala concentración y los impedimentos del desarrollo intelectual. De igual modo, hay investigaciones que relacionan a enfermedades neuronales como el Parkinson con una historia de mayor exposición a pesticidas. No es de sorprender, sabiendo que los pesticidas y herbicidas son neurotóxicos. A menos que uno consuma productos orgánicos, se está continuamente expuesto a estas sustancias tóxicas. Por eso es que se dice: «El pesticida para el suicida».

La alta proliferación del cáncer también tiene su origen en la agroquímica. Este envenenamiento de la tierra consecuentemente nos ha envenenado también a los seres humanos. El cáncer infantil es la segunda causa de muerte en niños menores de quince años en Estados Unidos. Cada año se diagnostican innumerables casos de cáncer en todo el mundo, aunque estas cifras eran inimaginables años atrás.

Uno de los efectos más importantes de los pesticidas es la iniciación del cáncer, además de la neurotoxicidad. Nosotros somos biológica­mente similares a las pestes, y en nuestro afán de querer eliminarlas agresivamente, nos estamos autoeliminando también, un disimulado y sereno suicidio colectivo.

El alimento orgánico y auténtico, a diferencia de la agricultura intensiva comercial, contiene en promedio un 88 por ciento mayor contenido de nutrientes, según estudios de la Universidad Tufts. Normalmente, los agricultores de verduras orgánicas cultivan con filosofía de amor y devoción a su producción. Estas pequeñas granjas están creciendo aceleradamente en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. En todo el planeta se están popularizando los mercados de productores. Sin intermediarios se tiene acceso a una producción rural de alimentos. La comida orgánica juega un rol muy importante en la sanación del planeta. El movimiento orgánico es una de las maneras más efectivas para rectificar la destrucción del suelo cultivable y devolver la salud de la humanidad.

Hacer un llamado al consumo de alimentos orgánicos en nada representa un sacrificio al bolsillo. Se paga un poco más por el alimento orgánico, pero se duplica o triplica el contenido de nutrientes. ¿No será falsa la economía que pretende ahorrar con cultivos revestidos de químicos tóxicos, en la que podemos pagar el precio con diferentes enfermedades o con la vida misma? Lo que es benéfico para la tierra lo es, además, para la salud. Y lo que es bueno para la salud humana necesariamente beneficia al medio ambiente.

Soy de la opinión de que la mejor inversión de salud que podemos hacer es trasladar nuestra dieta a una de origen orgánico. Más aún, podemos afirmar, sin riesgo a exagerar, que invertir en alimentos orgánicos es preferible a invertir en un seguro médico. ¿Qué lógica tiene adquirir un seguro oncológico si vamos a seguir comiendo generosas cantidades de cancerígenos? ¿Qué lógica tiene prescribir Ritalin al niño hiperactivo si le vamos a dar alimentos neurotóxicos?

La doctora Sherry Rogers, autora de varios libros sobre desintoxi­cación, y con más de treinta años de experiencia en el tema, después de analizar todas las formas de toxinas a las que está expuesto el hombre, a modo de conclusión nos dice que los pesticidas son el agente causal de la enfermedad número uno en los tiempos modernos. Después de analizar los efectos del cadmio, el plomo, el mercurio, el arsénico y otros metales pesados, concluye que en nada es comparable con el efecto de los pesticidas supuestamente «seguros» que ingerimos a diario. Es difícil encontrar alimentos libres de pesticidas; incluso los alimentos orgánicos no están del todo libres de contaminación, ya que muchas veces su agua de riego proviene del subsuelo, que es agua contaminada por campos vecinos.

Hay quienes creen que el alimento orgánico es similar al de la agricultura intensiva. La verdad es que no hay punto de comparación.

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