Después del destete, las madres buscan un óptimo superalimento para su bebé. Como hemos desechado la idea de ofrecer leches de otras especies animales, nos sentimos obligados a ofrecer una alternativa fuente de nutrientes. La leche materna ofrece de 1 a 1,5 por ciento de proteínas, lo cual es más o menos el contenido proteico de las frutas.
Antes de ofrecer la fórmula para bebés, vale la pena recordar las grandes razones por las que no se debe consumir leche animal.
- Baja disponibilidad de calcio.
- Descalcificación evidente en países con alto consumo de lácteos.
- Homogeneización y deterioro de las arterias por efecto de la xantina oxidasa.
- Presencia de hormonas bovinas naturales.
- Presencia de hormonas bovinas sintéticas (Posilac, lactotropina, somatropina de crecimiento bovino recombinante).
- Carácter altamente mucogénico de la leche de vaca.
- Caseína, proteína de la leche, que ha demostrado presentar actividad protumoral[1].
- Presencia de residuos de antibióticos en la leche.
- Presencia de leucocitos, células de pus, entre doscientos mil a seiscientos mil por litro de leche.
- Alimentación desnaturalizada de los cuadrúpedos (grasas hidrogenadas, proteína de soya transgénica, semillas de algodón), y no forraje verde, como es propio de los rumiantes.
- Agresivo al medio ambiente. Deforestación y competencia por tierra de cultivo.
- Crueldad para el animal, muerte de becerros, separación forzada de madres y crías, promoción de la industria de carnes, inseminación artificial.
- Nula presencia de ácidos grasos esenciales y alto contenido de grasas saturadas.
- Promotor del cáncer: alta relación de cáncer de próstata, mama y ovarios en países con alto consumo de lácteos.
- Principal promotor de la diabetes juvenil tipo I.
- Pérdida y desnaturalización de nutrientes debido a la práctica de la pasteurización.
Tras varios años de experiencia clínica, puedo decir, sin riesgo de incurrir en una exageración, que es asombrosa la mejora de la salud cuando se suspenden los lácteos de la dieta. Esto es especialmente notorio y revelador cuando se retira la leche de la dieta de un infante. He observado tantos pequeños que han podido superar los catarros crónicos, los resfríos recurrentes, la rinitis alérgica, el asma y el eczema, con una medida tan sencilla. Muchas madres me han comentado que tras visitar varios pediatras, e ingerir antibióticos durante todo el año, sus hijos recién encontraron alivio con este cambio. El secreto es sencillo: hay que empezar por suspender la leche de vaca en todas sus formas, leche de fórmula, quesos, yogur y chocolatadas.
Cualquiera puede hacer este experimento y ver los resultados. No quisiera que implanten esta filosofía en su conciencia sin antes haberla experimentado. Tampoco quisiera que las madres se sometan al absurdo culto de la leche de vaca por una cobardía maternal, o rigidez matriarcal, imaginando que sus hijos tienen así garantizado el consumo de calcio. Por otro lado, es sumamente difícil, si no imposible, controlar el catarro, la bronquitis y el asma si no se suspenden los lácteos.
La ciencia académica y la sapiencia popular reconocen que la leche de vaca es un líquido altamente mucogénico, origina catarros, alergias y mucosidades. Muchas madres suspicaces dudan de esta información, pero para los escépticos tenemos el siguiente experimento: agregar unas cucharadas de vinagre o de limón a un vaso de leche; de esta manera habremos cortado la leche y separado el cuajo del suero.
Con una gasa podemos recolectar el suero y agregarle una cucharadita de polvo de hornear (bicarbonato de sodio). Después de remover por un tiempo, tendremos caseína hidrolizada, a lo que comúnmente se le denomina goma blanca de carpintero. Esta cola blanca origina infecciones de oído, catarros, sinusitis, diarreas y descensos vaginales; Debe saberse que, debido a la acidez del estómago, por acción del ácido clorhídrico, la leche también se corta en nuestro interior, en nuestro estómago. Más adelante, en el tracto digestivo, al entrar en contacto con álcalis poderosos, ocurre el mismo fenómeno de hidrolización de la caseína.
Con una gasa podemos recolectar el suero y agregarle una cucharadita de polvo de hornear (bicarbonato de sodio). Después de remover por un tiempo, tendremos caseína hidrolizada, a lo que comúnmente se le denomina goma blanca de carpintero. Esta cola blanca origina infecciones de oído, catarros, sinusitis, diarreas y descensos vaginales; Debe saberse que, debido a la acidez del estómago, por acción del ácido clorhídrico, la leche también se corta en nuestro interior, en nuestro estómago. Más adelante, en el tracto digestivo, al entrar en contacto con álcalis poderosos, ocurre el mismo fenómeno de hidrolización de la caseína.
Donde hay flema gelatinosa conviven entrelazadas una variedad de bacterias y hongos. Estos microorganismos, aunque parezca insólito, son necesarios, ya que limpian la sangre de impurezas, alimentándose de nuestros desechos. Sin embargo, alojar estos diminutos huéspedes en la sangre también es activar la autodescomposición del hombre. Toda persona que haga un espacio importante para el azúcar en su dieta estará además procreando una sangre infestada. Es lamentable que muchos niños vivan alternando entre antibióticos, lácteos, gripes y alergias y antibióticos nuevamente. Abandonar la leche es la vía recta que nos salva de este laberinto circular.
Muchas madres preguntan entonces: «¿Con qué reemplazo la leche?». La pregunta naturalmente requiere una respuesta, que es lo que se ofrece en este texto. Sin embargo, en secreto y en la intimidad de mi conciencia, resuelvo que esa pregunta es absurda, ya que no hay mucho que reemplazar. La leche bovina no aporta algo interesante a la salud humana y renunciar a ella no representa una pérdida para nuestra sangre. Más bien posibilita que el cuerpo se libere de mucosidades, alérgenos, antibióticos, hormonas bovinas naturales y hormonas transgénicas.
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